La milenaria capital de Egipto se enorgullece, entre otros puntos ineludibles de su superficie, de la Ciudadela de Saladino.
Data de la Edad Media. En 1976 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en honor a su belleza, valor arquitectónico y buena conservación.
Aquí te contamos otros detalles de este espacio singular.
Ubicada en la colina de Mokattam, la Ciudadela de Saladino constituye un mirador magnífico para ver la ciudad desde otro ángulo.
Fue construida por el sultán Saladino en 1176.
El objetivo era defender el lugar de los ataques de los ejércitos cruzados provenientes de Europa.
Esta antigua fortaleza presenta, todavía hoy, grandes torres y altos muros, ideados para proveer refugio a quienes vivían en ella.
En su interior hay varias joyas arquitectónicas.
Una es la Tumba de Muhammad Alí. Otra, el Pozo de Yusuf.
La Mezquita de Alabastro
En la Ciudadela se destaca también la Mezquita de Muhammad Alí.
Se la conoce como la Mezquita de Alabastro.
Y se erigió entre 1830 y 1848 al estilo de la Mezquita de Santa Sofía, en Estambul.
En su interior, reina el silencio y la paz. Eso constituye el mejor motivo para admirar la bóveda adornada con piedras preciosas y sobresalientes y mosaicos.
El alabastro, por otra parte, tiene una presencia dominante.
Se trata de una piedra traslúcida, blanca, similar al mármol. Es muy apta para la construcción, la decoración y la escultura.
Más atractivos
Otra construcción emblemática de la Ciudadela es la mezquita al-Nasir con sus minaretes decorados con azulejos.
Los minaretes son torres que se sitúan junto a las mezquitas y desde donde se convoca a los fieles musulmanes a la oración.
También la Ciudadela es sede del majestuoso Palacio Gawhara de estilo otomano.
El Imperio Otomano mostró su mayor esplendor en los siglos XVI y XVII. Abarcaba tres continentes: el norte de África –incluido Egipto–, Medio Oriente y un sector del sureste de Europa.
Siete siglos
Si bien la idea de levantar la Ciudadela fue del sultán Saladino, los siguientes gobernantes egipcios tomaron su legado y aprovecharon el emplazamiento estratégico para potenciarla.
Además, constituyó la sede del gobierno de Egipto durante siete siglos, del XIII al XIX.
Luego, en el siglo XX, la Ciudadela se utilizó como guarnición militar cuando las tropas británicas ocuparon el país.
Lo mismo hizo luego el ejército egipcio, hasta que finalmente esta fortificación fue abierta al público en 1983.
En su momento, se transformó en uno de los proyectos de fortificación miliar más superlativos del planeta.
Dos sectores
En el presente, quien visita la Ciudadela de Saladino puede reconocer dos espacios.
Por un lado, el Recinto Norte donde se encuentra el Museo Militar Nacional.
Y por otro lado, el Recinto Sur, donde se halla la Mezquita de Muhammad Alí. Además, este sector es el que habitualmente fue la residencia del sultán.
Así mismo existe un espacio occidental más bajo, que se destinó a los establos reales donde se guardaban los caballos.
Liderazgo y caballerosidad
¿Pero quién fue realmente el sultán Saladino?
Nació en Irak en 1137 y falleció, por tifus, en 1193 en Siria.
Fue un individuo con una gran visión y un claro liderazgo.
Muchos destacan su sabiduría y caballerosidad, y en varios relatos se lo muestra como alguien que trataba con dignidad a los cautivos.
En la “Divina Comedia”, Dante Alighieri lo ubica junto con Homero, Aristóteles, Ovidio y Sócrates, por ser ejemplo de persona sabia.
Todos están en la zona llamada Limbo, donde permanecen quienes no pueden acceder al Paraíso por no haber sido bautizados.
También Saladino aparece –con rasgos positivos– en “El conde Lucanor”, obra del siglo XIV escrita por Don Juan Manuel.