- Inclusión radical: todo el mundo es bienvenido, sólo se necesita la entrada y, recomendablemente, seguir las explicaciones de su manual de supervivencia.
- Regalar: “”Burning Man” encuentra su devoción en el acto de regalar”, se espera que los participantes del festival subsistan a través de una ‘economía del regalo’, ya sea mediante el regalo mutuo de objetos o el intercambio de favores, aun sin esperar nada a cambio.
- Desmercantilización: el evento busca crear un ambiente social fuera de todo proceso comercial, publicitario o relacionados; el objetivo es protegerse de la cultura de explotación que, consideran, deriva de estas actividades. La única transacción monetaria que se permite está relacionada con el transporte al evento o la compra de hielo y bebidas no alcohólicas, cuyos beneficios van a diferentes organizaciones sin ánimo de lucro.
- Autosuficiencia radical: ““Burning Man” induce al individuo a descubrir, ejercitar y confiar en sus propios recursos internos”, de ahí que se prohíba prácticamente todo el comercio y los participantes deban estar preparados y llevar todo lo necesario para subsistir en un lugar tan potencialmente hostil y remoto como el desierto.
- Autoexpresión radical: se espera que los participantes respeten las libertades propias y ajenas, y que se expresen libremente a través del arte y otras formas, siendo la ropa opcional y el nudismo practicado comúnmente.
- Esfuerzo comunal: se busca promover la producción y protección de una comunidad y espacio común basados en valores de cooperación y colaboración.
- Responsabilidad cívica: se espera que los participantes actúen de acuerdo a la ley local, federal y estatal, y que asuman responsabilidad por sus acciones dentro del festival.
- No dejar rastro: uno de los objetivos clave es conseguir no dejar ninguna huella de que se haya producido evento alguno en la región; se busca promover, por tanto, una atmósfera en la que los participantes tengan cuidado de no dejar basura, o de recogerla en caso de encontrarla.
- Participación: se busca que la gente participe y no se limite a observar, pues desde la organización del evento dicen que son una comunidad con una fuerte ética participativa: “pensamos que todo cambio transformador, ya sea individual o en sociedad, sólo puede ocurrir a través de un profundo compromiso de participación personal. Logramos ser de una manera determinada al actuar de esa manera, por lo que todos son bienvenidos a trabajar, a jugar. Creamos un mundo real a través de acciones que abren el corazón”
- Inmediatez: “la inmediatez de la experiencia es la piedra angular de la cultura del festival. Buscamos superar las barreras que existen entre todos y reconocernos a nosotros mismos y a la realidad que nos rodea mediante la participación en la sociedad y el contacto con el mundo natural más allá del poder humano. Ninguna idea puede sustituir esta experiencia.”
Suena Whisky de Piazzola en mi playlist, mientras espero en la sala de embarque, me invade una curiosidad que hace años no sentía con tanta intensidad. Excitado, me dan ganas de prenderme un cigarro y como diría el polaco Goyeneche, extrañar antes de partir por el miedo de no querer volver.
Me imagino expiando mis demonios en el fuego, para renacer de las cenizas, como un hombre nuevo. Allá nos vemos, Hombre en llamas.
En el avión leo los diez principios del Burning Man.
Burning Man, hombre en llamas, es un evento anual de siete días de duración que se desarrolla en la «ciudad» de Black Rock, Nevada Estados Unidos. Black Rock City (o «BRC»), que no es un municipio ni tiene gobierno, solo existe durante la semana de Burning Man, es decir, es una ciudad temporal construida por los participantes hasta el primer lunes de septiembre, día del Trabajo en Estados Unidos, durando aproximadamente una semana.
El Burning Man se realiza en un lago seco, en el desierto Black Rock de Nevada, a 150 kilómetros al noreste de Reno. La entrada en general, ronda los fue 400 dólares, aunque siempre hay un remanente a mitad de precio que se venden a los que no pueden pagar la tarifa completa.
El nombre está tomado del ritual que consiste en quemar una gigantesca escultura de madera con forma de hombre durante la noche del sábado. La quema del «hombre» es una celebración espectacular con fuegos artificiales y explosiones en algo parecido a la quema de las Fallas Valencianas. Durante la semana los participantes escriben sobre la escultura o dejan notas y fotos dentro, con la idea de que al ser quemados hay algún tipo de conexión o renovación espiritual.
Cuando llegamos para el Burning man, ya llegamos incendiados, así que, como llegamos de noche, decidimos hacer noche en Las Vegas, pero de eso aún no sabemos si publicarlo, porque lo que pasa en Vegas, se queda en Vegas. A la mañana siguiente, antes de salir, nos cruzamos con gente que de movida que se va para el Burning man, literalmente parecen salidos de Mad Max, todos locos lindos. Algunos tambén van llegando de vuelta, no todos se bancan siete días sin dinero, sin señal de wifi, sin ningún artefacto eléctrico que sirva para el comfort, la idea es que sea una expresión revolucionaria de lo que es hoy la contracultura en el país del plástico. Te das cuenta quién viene del festival, que no es un festival, sino un devenir alegre y fantasmagórico en una ciudad invisible. La ciudad de la roca negra, que una vez que finaliza el festival, desparece sin dejar rastro, literalmente no queda ni un papel. Es uno de los principios del festival, no dejar huella de manera tal que no se sepa que allí han estado mas de ochenta mil personas durante una semana. Si ese lugar no queda perfectamente limpio, la organización del año siguiente corre peligro.
En Burning man, todo es raro, nuevo, inexplicable. Allí la vida avanza y retrocede, se revuelca en el barro, feliz. Allí, en la teorica oscuridad, es donde más brilla la luz, y Burning man es eso, la chispa, la llama, el ardor, la luz, que nos alucina, como monos que danzan alrededor de una fogata.
Strangers in the night, eso es. Todo es muy flash. La mejor manera de curtir Burning man es en bicicleta. Sí o sí tenés que llevar antiparras, el festival transcurre entre tormentas de arena que no tienen solución de continuidad. No se si nos estacionamos en una zona especial o algo, pero por acá la mayoría de la gente anda desnuda, mira arte desnuda, baila desnuda y se come el Almuerzo Desnudo, como el libro de Burroughs. Burning man es un regalo, y un raro privilegio. El desconecte es feroz y te replantea muchas cosas de nuestro estilo de vida. Uno se vuelve salvaje, desde el amor. Sin dinero, la cosa es colectiva, como que fluye. No te olvides que uno de los principios del BM es la economía del regalo, todo el mundo trae regalos, para cualquiera, para todos, para nadie en particular. Estar acá es un regalo, hablar con gente de todos lados es un regalo, ver arte y escuchar bandas todo el día es un regalo, vivir en comunidad, es un regalo, bailar sólo, al compás de los tambores, semidesnudo, alumbrado sólo con antorchas, es un regalo. Regalos, trae regalos, porque también te vas a llevar un montón. Burning man te descoloca, te pone fuera de tu zona de comfort, pero te lleva a una experiencia desconocida, distinta, audaz, filosa.
No se aceptan marcas y se promueve la desmercantilización y el aprovechamiento de la energía colectiva de los asistentes. Burning Man ofrece becas a cientos de artistas, creando piezas luminosas, interactivas y psicodélicas en la ciudad-desierto. Además, en general la gente es copada y comparte de lo que se lleva en su casa rodante, comida, agua, café, amigos, amigas, puntos de vista, etc, etc. En BM cada uno se lleva su comida y todo lo que se necesite para siete días, es muy común que el no poder usar dinero se te olviden un montón de cosas porque tal vez inconscientemente pensas que las vas a poder comprar. Error, lo único que vas a poder comprar es café, limonada y hielo. También es importante llevar medicinas, las que uses habitualmente. Y abrigo, mucho abrigo, si bien es tentador andar con poca ropa, lo que queda del espirítu libre del hippsimo y el amor libre, ahí existe, pero estás en el desierto y si bien está bueno andar desnudo sin absolutamente ninguna preocupación, estás en el desierto y a la noche a pesar de las quemas y las actividades, hacen temperaturas de frío extremo. Las salidas durante la celebración son infrecuentes, aunque hay una gasolinera a unos 40 km.
No se trata de ideología, sino de experimentación. Uno puede pensar que esta en Burning man, desperdiciándolo todo, cuando en realidad, está reseteando, re conectando, aprendiendo, para lo que viene? Hablando de bienvenidas, recién llegamos y ya nos estan convidando un agua fresca especiada con pimienta, jengibre, menta y limón, mientras nos cuentan de una hermosa instalación de 14 metros de alto que consiste en dos camiones gemelos instalados uno sobre el final del otro, tratando de tocar el cielo con sus rígidos semiremolques pintados de magenta. Verlos, es shockeante. Me imagino tan shockeante como ver una ballena blanca en el mar azul, solo que invertido, dos camiones turquezas, pegados por la trompa, apuntando al cielo, en medio de kilómetros de sal y arena blaca.
Más alllá de la excitación moméntanea, siento que haber venido hasta acá ha sido todo un viaje. Lo que se nota en este parche seco del planeta, es que en esta tribu, manda el amor, y sentir eso en el aire, paga el viaje. La energía positiva en la que se vibra en este lugar, te acomoda los huesos. Hay mucho amor en el aire. Aún así, intuyo que nos quedan 5 días de profunda alegría, paz y quizá el inicio de un camino de autoconocimiento. Burning man, en Europa no se consigue.