Marruecos es una de las naciones con mayor actividad turística del norte de África. En los últimos años ha recibido millones de turistas y su Gobierno tiene la intención de convertir al país uno de los primeros 20 más elegidos en el mundo entero.
Dentro de sus cerca de 400.000 kilómetros cuadrados, Marruecos contiene nueve sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El territorio está organizado en 12 zonas, siendo una de ellas Marrakech-Safí, donde se encuentra el zoco central de la región.
¿Qué es un zoco? Básicamente, es lo que se llamaría un mercadillo o mercado árabe. Por regla general, cada ciudad tiene uno. Está compuesto por pequeñas tiendas desmontables entre las calles o en otros espacios abiertos como plazas. Lógicamente, este concepto de comercio no es exclusivo de este país. Sin embargo, en Marruecos toma una dimensión especial: se convierte en un modo de vida, un motor económico y un lugar de encuentro social para las personas.
Entre los testimonios de sus visitantes, los elemento destacados son la belleza visual que generan, la experiencia auditiva única —entre el bullicio de los vendedores, los compradores y demás— y la capacidad que se adquiere en el regateo.
¿Estás listo para conocer otros detalles del zoco?
Marrakech
Marrakech es la ciudad y capital de la región de Marrakech-Safí. Como otras ciudades imperiales marroquíes, está dividida fundamentalmente en dos partes: el centro con la Medina —o ciudad vieja, Patrimonio de la Humanidad determinado por la Unesco—, que está rodeada de espectaculares bastiones de tierra roja; y, fuera de las murallas que la protegen, está la ciudad nueva o “ville nouvelle”, construida por los franceses en los años de dominio colonial. Ella se encuentra en continua expansión.
La ciudad nueva y la vieja son dos entidades administrativas separadas, gobernadas en parte por reglas distintas: en la Medina el alcohol está prohibido y los edificios no pueden superar una cierta cantidad de pisos, por ejemplo. En cambio, en toda la ciudad rige la regla que dicta que cada edificio debe estar revestido por el color rojo-ocre, tono natural de la tierra local que es usada tradicionalmente como material de construcción. De ahí sale su sobre nombre: “ciudad roja”.
La Medina de Marrakech contiene antiguos palacios y mezquitas, que, como es costumbre en Marruecos, solo están abiertas a las personas que practiquen la religión musulmana.
El lugar emblemático de toda la ciudad es la plaza de Yamaa el Fna. Es una plaza de grandes dimensiones y está rodeada casi por prácticamente cada uno de sus lados por zocos —que constituyen su actividad principal—. En los bordes de la plaza, se han establecido varios cafés —como el Café Francia— y restaurantes de distintas categorías, que abren sus terrazas hacia el espectáculo que generan la plaza y sus zocos.
Las caravanas
Toda Marrakech se sustenta alrededor de la plaza. Miles de personas se reúnen en este espacio, llenándolo de colores, aromas, sonidos y negocios. Se pueden encontrar contadores de cuentos, maestros que exponen sus enseñanzas, vendedores de jugos de frutas, encantadores de serpientes, danzantes, dentistas, escritores de cartas, comerciantes.
El zoco de Marrakech, situado en la parte norte de la plaza, se “fundó” hace más de ocho siglos gracias a las tribus locales que viajaban y encontraban lugar para asentar sus caravanas, y comerciar en lugares como este.
De esta manera, se generaban mercados informales que, a lo largo de tiempo, se convertían en tradición, con sus propias normas y jerarquías. Una de estas reglas tácitas dice que la parte central del zoco se reserva a los artículos de lujo, por ejemplo. La razón de esto se basa en que los olores que la cantidad de artículos de cuero u otros elementos podía generar, ahuyentaría a los clientes de estos puestos con objetivos de una calidad superlativa. Los gremios que se iban fundando en los zocos son los que mantienen estas tradiciones vivas.
Hoy en día, se han formado distintos zocos alrededor del zoco principal —el llamado Laksour, que está completamente cubierto—. En todos rige la misma regla en cuanto al regateo: primero escucha el precio que tiene el comerciante para ofrecer y solo luego se negocia.